Un hombre camina solo entre vetustas piedras, vides, árboles frutales y vegetación. Alejado del mundanal ruido, puede escuchar la sinfonía de la naturaleza en todo su esplendor. Llega nítido a su oído el sonido del agua, fuente de vida. Pero también el que produce el viento al mecer las hojas. Recorre uno a uno todos los rincones de una finca en la que portentosos edificios de piedra se funden con hectáreas de viñedos. Puede sentir el peso de la Historia a cada paso que da. Le vienen a la cabeza «recuerdos de pensadores y poetas que habían sido capaces de escuchar el lenguaje oculto»1 de sitios como éste: un pazo arropado por una finca llena de secretos.
El hombre no es un hombre cualquiera. Es César Portela, uno de los arquitectos que han pensado y proyectado la Galicia moderna. El motivo por el que está en este paraje tan especial, tampoco lo es. Condes de Albarei le ha encomendado una misión tan compleja como apasionante: diseñar el proyecto de rehabilitación integral de Pazo Baión, para convertir a esta propiedad centenaria en una bodega de vanguardia y en un prestigioso espacio enoturístico. Corre el año 2008 y Portela tiene que trasladar a la piedra y a la tierra la ambiciosa e ilusionante idea de Condes de Albarei: llevar a Pazo Baión del ayer al mañana.
La apuesta de Condes de Albarei: El futuro es de los valientes
La antigua Casa de Fontán es un rincón histórico de Galicia. Una propiedad que ha sido ilustre testigo del paso del tiempo y de la transformación de la sociedad y economía gallegas. Sus primeros siglos de vida están vinculados a la hidalguía. Importantes familias fueron sucediéndose al frente de la propiedad, como bien ilustran los cuatros escudos heráldicos labrados en la piedra del pazo.
Con el declive de los hidalgos, la finca y sus edificaciones acabaron en manos de un visionario indiano, Adolfo Fojo, que a su vuelta de América apostó por convertir a Pazo Baión en una poderosa explotación láctea. Con su muerte, el proyecto esmoreció, primero, en manos de sus herederos y, luego, en las de diferentes sociedades.
Así las cosas, cuando en el año 2008, la bodega Condes de Albarei se hizo con las riendas de la propiedad, tenía ante sí un reto mayúsculo: devolverle el lustre perdido y llevar a Pazo Baión del ayer al mañana.
Desde el inicio, esta ardua tarea se concibió como un trabajo coral. Las 400 familias que forman parte de Condes de Albarei se volcaron para que la rehabilitación de todos los espacios fuese muy especial.
La idea no era, solo, poner en marcha una explotación vitivinícola centrada en la elaboración de albariños de pago; sino, también, recuperar un entorno natural y arquitectónico único para el disfruta de todo aquel que se acerque a la finca.
Hoy, 14 años después, podemos atestiguar que la apuesta por conducir a Pazo Baión del ayer al mañana ha sido todo un éxito. Pero para pronosticarlo en 2008 hacía falta tener visión y estar dispuesto a invertir grandes dosis de esfuerzo.
El proyecto de César Portela: Funcionalidad y estética para maridar usos
Volvamos junto a César Portela. Nos lo encontramos sentado bajo un naranjo, embelesado por el ruido del agua y por los recuerdos de pensadores pretéritos que, en su día, también fueron conquistados por el poder fascinador de los pazos. Grandes escritores que fueron capaces de «transmitirnos esa profunda sensación de libertad y de belleza» que emana de lugares mágicos como Pazo Baión.
Portela, Premio Nacional de Arquitectura en el año 1999, tuvo claro, desde el principio, que debía encarar el trabajo como un artesano que recupera y rehabilita el patrimonio, pero no renunciar a introducir innovaciones que optimicen la funcionalidad de los espacios.
Partiendo de ese mantra, el proyecto de Portela hizo una apuesta clara por la integración. De los espacios ligados a la elaboración del vino, con aquellos destinados al disfrute de los visitantes. De la naturaleza con las edificaciones. De la funcionalidad, con la estética. Del patrimonio recuperado con los avances tecnológicos más punteros y las ideas arquitectónicas más vanguardistas. Y del pasado con el futuro. Portela y su equipo pensaron y emplearon la arquitectura para llevar a Pazo Baión del ayer al mañana.
El resultado, salta a la vista, es un lugar fascinante, que uno podría pensar que es irreal sino lo experimentara a través de todos sus sentidos. Una propiedad galardonada con el título de Mejor Rincón Enoturístico de España en el año 2016 y que ha hecho las delicias de los miles de visitantes que se han adentrado en su interior para descubrir todos sus secretos.
La arquitectura y la rehabilitación como herramientas al servicio de la elaboración de vinos laureados, la productividad y la eficiencia económica, pero también de la construcción de experiencias imborrables para el goce y disfrute de personas que recorren un rincón histórico de Galicia como Pazo Baión.
El pazo: Abrir la casa señorial a su entorno
La reforma de la propiedad integró los diferentes espacios que componen una inmensa finca, logrando que dialogaran entre ellos y dotándolos de un relato común. Al atravesar la verja de Pazo Baión, es inevitable que nuestra atención se centre en las esplendorosas torres que emergen de la antigua casa señorial. Si bien el pazo no es la edificación más grande de la propiedad, su belleza es tal que se apodera de nuestra vista.
Las estancias que un día acogieron a hidalgos, ahora conforman un bellísimo y confortable hotel.
Además de limpiar y rehabilitar la piedra y los diferentes espacios del pazo, Portela planteó la incorporación de hermosos elementos que modernizaran la edificación y, a su vez, la abrieran al exterior. Nuevas lámparas, galerías, miradores y lucernarios han transformado para siempre el pazo, bañándolo con la luz exterior durante el día. Y haciéndolo brillar durante la noche, convirtiéndolo en una esplendorosa luciérnaga de piedra.
Gracias a estos trabajos, el pazo se ha integrado aún más con todo el entorno natural que lo circunda. Tanto desde el exterior, como desde el interior. Las esplendorosas galerías han embellecido al máximo las estancias, convirtiéndolas en un lugar idóneo para fotografiar la preparación de los novios de una soberbia boda en Galicia. Y los miradores nos permiten disfrutar desde el interior de algunas de las mejores vistas de la finca en particular y de todo el valle del Salnés en general.
Una auténtica delicatessen visual, de la que podemos disfrutar gracias al viaje que ha realizado Pazo Baión desde el ayer al mañana.
Caminos, plazas y esculturas: Humanizar, potenciar y comunicar la finca
Como decíamos antes, uno de los grandes objetivos del proyecto fue integrar los múltiples rincones que conforman la propiedad. Para ello, era fundamental mejorar la comunicación por toda la finca. De ahí que se humanizaran espacios, se trazaran y empedraran nuevas plazas y se acondicionaran múltiples senderos. De tal manera que el visitante pueda moverse como pez en el agua y recorrer cada palmo del terreno.
Además, se establecieron nuevos muros, estanques, mesas y bancos, de cara a facilitar el disfrute de cada rincón y la posibilidad de relajarse en todos ellos.
Si esto fuera poco, se apostó por embellecer la finca con hermosos jardines e instalar esculturas que pusieran en valor las características y la historia de la propiedad. Motivos artísticos que enriquecen un lugar de ensueño y que se funden en la naturaleza para confeccionar espectaculares paisajes, en los que relajarse tomando un vino o en los que celebrar la más romántica boda en Galicia.
La bodega: Del sueño lácteo al éxito de los albariños de pago
Si el pazo es el espacio más icónico de la propiedad, la bodega es el auténtico centro neurálgico de Pazo Baión. La monumental vaquería levantada por el indiano Adolfo Fojo Silva a principios del S. XX, acoge ahora las innovadoras instalaciones de la bodega, desde la sala de depósitos hasta la zona de embotellado. Pero también otras estancias como salas de reuniones, una tienda y una cafetería.
De tal forma que esta soberbia edificación conjuga en su interior la orfebrería ligada a la elaboración de albariños de pago, con la apuesta por abrir la finca a todas las personas que desean disfrutar de la naturaleza, la historia y los mejores vinos.
Rehabilitar la inmensa vaquería y construir en su interior espacios múltiples y, en el caso de las instalaciones de la bodega, tan exigentes a nivel técnico y tecnológico fue un reto complejo y apasionante. Desde el proyecto de Portela hasta su ejecución, muchas personas dieron lo mejor de sí para combinar un escrupuloso respeto por el patrimonio, con la incorporación de instalaciones modernas y altamente funcionales.
De entre todas las estancias de la antigua vaquería, sobresale la sala de depósitos, por la inmensidad de sus dimensiones y altura y por lo impresionante que resulta ver enormes depósitos entre preciosos pilares de piedra. Personas y tecnología al servicio de la recuperación de la historia y la elaboración de unos albariños hechos única y exclusivamente con la uva recolectada en la finca.
La sala de catas: Desenterrar un tesoro
Aunque también forma parte de la antigua vaquería, hemos querido reservarle un lugar especial a la sala de catas. Este sensacional espacio destaca, sobre todo, por sus altísimos pilares, que lo dotan de una elegancia y de una grandiosidad que deja a los visitantes con la boca abierta. De hecho, su diseño abierto nos retrotrae a edificios muy importantes en nuestra historia y cultura: las iglesias. De tal forma que nos encontramos ante una auténtica catedral de la degustación del vino.
Un espacio plenamente acondicionado para disfrutar de la cata de los mejores albariños, dejarse mecer por sus aromas y paladear sus sabores. Un lugar que, hasta la reforma integral, era un tesoro literalmente enterrado.
Cuando se puso en marcha el proyecto, se vació la tierra que cubría la estancia y se liberaron a los pilares, dejándolos a la vista y convirtiendo una estancia abandonada, en un rincón de ensueño.
En el mundo hay muchas salas de catas, pero pocas con la historia y la belleza de la de Pazo Baión. Una estancia en la que cada detalle está cuidado al milímetro y en el que el patrimonio se ve potenciado por un mobiliario de diseño y una iluminación cálida y agradable.
Mientras disfrutamos de una copa de albariño, resulta sencillo observar cómo Pazo Baión ha saltado del ayer al mañana, abriéndose paso como un referente en el ámbito del enoturismo.
El patio interior: Una nueva vida para el corazón de la propiedad
También forma parte de la antigua vaquería su patio interior. Lo que antaño fue un foso en el que se acumulaba el abono para lograr que los frutos de la naturaleza florecieran fuertes, ahora es un patio de una belleza arrebatadora.
El diseño de Portela traslada ciertas características de los tradicionales patios andaluces, a la arquitectura y naturaleza gallegas. Un lugar que cuenta con un pequeño estanque gobernado por una hermosa escultura y preciosos elementos florales. Un rincón de Pazo Baión que, además, es multifuncional.
Durante la vendimia se convierte en el epicentro de la actividad de los profesionales de Pazo Baión. El resto del año, acoge eventos tan especiales como una boda y sirve de escenario perfecto para que los visitantes hagan un alto en el camino y disfruten de la arquitectura y la naturaleza con una copa de vino en la mano.
La nave de eventos y el estanque: Somos agua
Si la vieja vaquería acoge ahora, entre otras cosas, las instalaciones dedicadas a la elaboración y almacenamiento del vino, lo que antaño fue la bodega se ha convertido en una espaciosa y elegante nave para eventos.
Así, este espacio de diseño está pensado para potenciar la capacidad de Pazo Baión de abrirse al exterior y acoger eventos de todo tipo.
Si esto fuese poco, en sus inmediaciones hay un hermoso estanque, la enésima demostración de la importancia que tiene el agua en la finca, tanto por el rego de Baión, como por la mina donde nace el agua y el hermoso recorrido que hace ésta.
Al fin y al cabo, tanto las personas como los vinos estamos compuestos, mayoritariamente, por agua. Un lugar como Pazo Baión que celebra la importancia de unas y otros, tenía que darle protagonismo.
El palomar: Lo grandioso se esconde en el interior
Cuando uno va a Roma, la cantidad de monumentos que puede visitar resulta desorbitada. Algunos de ellos resultan imponentes desde fuera, otros, en cambio, despliegan todos sus encantos una vez que el visitante entra. Es el caso del Panteón de Agripa. Por fuera no es el enclave más hermoso de Roma, pero por dentro es sobrecogedor. La luz que cae desde el mismísimo cielo es muy impactante.
Lo mismo sucede con el palomar de Pazo Baión, una construcción centenaria que desde fuera se nos muestra coqueta, pero que en su interior nos impacta gracias a la luz que cae desde su tejado y a sus espectaculares paredes, compuestas por cientos de celdas que, en su día, acogían aves.
Tras el respetuoso trabajo de recuperación efectuado desde que Condes de Albarei pilota la finca, el palomar se ha transformado en una sala de catas bellísima. El color de nuestros albariños de pago luce, incluso, más espectacular en este entorno único. Rodeados por sus piedras labradas hace siglos y con un refrescante albariño en la mano, podemos gozar de lo mejor del ayer y de lo más emocionante del mañana.
El hórreo: Reconstruir el puzle del tiempo
En sus largos paseos por la finca, César Portela fue trazando una cartografía precisa de todas las piezas del rompecabezas de Pazo Baión. Catalogó todos sus elementos e imaginó nuevos usos, sutiles y eficaces formas de conservar el patrimonio insuflándole modernidad e innovación. De llevarlo del ayer al mañana.
Si hubo un elemento esquivo fue, desde luego, el hórreo. Pocas edificaciones hay más icónicas en Galicia que los hórreos. Sin embargo, la tarea de rehabilitarlos se vuelve más difícil si hay que rastrear, en primer lugar, cada una de sus partes.
El hórreo de Pazo Baión no estaba unificado, sino que se había diseminado a lo largo y ancho de la finca. El proyecto de rehabilitación volvió a juntar cada uno de sus elementos, curó las heridas del tiempo y resituó a esta maravillosa edificación tradicional en un enclave en el que el hórreo pudiera brillar en todo su esplendor.
Un hórreo diseminado en la infinidad de una finca. Un puzle dentro de un rompecabezas. Una suerte de matrioshka arquitectónica.
Pazo Baión: Una idea global para una experiencia total
Todos estos elementos y muchos otros, como el palmeral o la fraga, y, por supuesto, los viñedos y las zonas ajardinadas componen un todo. Una entidad que conocemos como Pazo Baión, un lugar del mundo en el que la naturaleza y la historia se (con)funden. Un rincón histórico de Galicia en el que podemos apreciar todo lo que hemos heredado del pasado, pero también disfrutar de todas las funcionalidades del presente y apreciar las innovaciones que nos llevan hacia el futuro. Una fábrica en la que se elaboran miles de botellas de vino, que puede ser recorrida de cabo a rabo y que está diseñada para ser tan eficiente como disfrutable.
Tanto Condes de Albarei como Portela apostaron, decididamente, por sacarle el máximo partido a cada metro de una propiedad inigualable. Por ello, combinar la modernización de los procesos de elaboración del vino, con el respeto por el patrimonio y la creación de espacios para ser vividos, recorridos y disfrutados fue y sigue siendo el leitmotiv del proyecto de Pazo Baión.
Todo ello, ha facilitado que la finca se haya convertido en un referente del enoturismo en las Rías Baixas en particular y en todo el ámbito español en general. A través de sus parajes y edificaciones, una persona puede seguir todo el proceso de elaboración de los albariños de pago de la bodega. Desde el agua que riega la tierra, hasta la copa que riega el alma. Pasando por las vides, las uvas y su procesado. Una experiencia total, que se ve magnificada por los relatos que nos cuentan las piedras de Pazo Baión y por el mimo por el detalle que se puso en el diseño de todas las estancias.
Viajar del ayer al mañana
De todo lo que hemos ido glosando en este artículo podemos extraer una conclusión altamente certera: Pazo Baión es inagotable. César Portela, que pasó largas jornadas recorriéndolo, emocionado y embelesado, reconoce que aún a día de hoy no ha sido capaz de ver la finca desde todas sus perspectivas. Vayas las veces que vayas, jamás serás capaz de terminar de ver toda la finca. Siempre te encontrarás con un detalle nuevo.
De hecho, parte de la fascinación que nos produce Pazo Baión viene de un hecho ineludible: somos incapaces de capturar con nuestros ojos la totalidad de las bellísimas vistas que nos ofrece. De oler con nuestro olfato, todos y cada uno de los aromas de su esplendorosa naturaleza. De escuchar con nuestros oídos, todos los ruidos que producen los pájaros y las hojas. De detectar cada centilitro de agua que se mueve por la finca. En definitiva, Pazo Baión es infinito.
1 César Portela (2020). Vino, paisaje y arquitectura. En Condes de Albarei: Pazo Baión, Mejor Rincón Enoturístico de España 2016.