Las 3 plagas de la vid que amenazaron a los viñedos europeos en el XIX

Las plagas de la vid se pueden controlar gracias a una supervisión continua y trabajos de prevención


Oídio, mildiu y filoxera fueron tres plagas de la vid que devastaron los viñedos europeos en el S. XIX hasta que la ciencia ayudó a controlarlas

El siglo XIX fue muy convulso en Europa. La revolución industrial, el liberalismo o la consolidación de la burguesía como clase dirigente fueron algunos de los procesos que transformaron el continente de arriba abajo. En España, el siglo comenzó con la invasión francesa y la Guerra de Independencia y terminó con el desastre del 98 y la pérdida de las colonias de ultramar. Entremedias, las guerras carlistas, los pronunciamientos militares, una breve república y tres plagas de la vid que pusieron en jaque a los viñedos de toda Europa.

Desde que en 1492 Cristóbal Colón llegara a América, el continente que está al otro lado del Atlántico nos proveyó de bienes preciosos como el oro, de productos que revolucionaron nuestra gastronomía como el cacao y de bienes que se convirtieron en alimentos básicos de nuestro día a día como la patata.

Sin embargo, a lo largo del S. XIX, llegaron desde América tres plagas de la vid que asolaron a los viñedos, provocaron la desaparición de especies autóctonas, generaron pobreza y frenaron la creación de una industria vitícola en regiones como las Rías Baixas. Estamos hablando de las enfermedades criptogámicas oídio y mildiu y del insecto de la filoxera.

Acompáñanos en un viaje a través de la mayor crisis vitícola de la historia, provocada por tres plagas de la vid concatenadas que no dieron descanso a los viticultores europeos y que llegaron a amenazar la supervivencia de una variedad milenaria como el albariño.

La peste negra de los viñedos

A mediados del S. XIV, Europa sufrió una epidemia sin precedentes provocada por la irrupción de la peste negra o peste bubónica. Su nivel de virulencia y propagación provocaron niveles de mortalidad nunca vistas. De hecho, se estima que la población de la península ibérica descendió de los 6 millones de personas hasta menos de 3 millones.

Salvando las enormes distancias, podemos trazar una analogía entre la peste negra y las tres plagas de la vid que asolaron los viñedos europeos desde mediados del S. XIX hasta el primer tercio del S. XX, cuando la filoxera fue erradicada de las parcelas. ¿Por qué?

Devastaron miles de hectáreas de viñedos por toda Europa. Desde Inglaterra, donde se descubrió la enfermedad del oídio, hasta Francia, la gran potencia vinícola de la época que sufrió la muerte de sus vetustos viñedos y tuvo, incluso, que exportar vino procedente de otros países.

Tras finalizar la crisis, el cultivo de la vid y la elaboración de vinos no solo se recuperaron, sino que experimentaron un crecimiento exponencial, hasta convertirse en una industria que emplea a miles de personas y genera cuantiosos beneficios para las bodegas y las comunidades locales de las regiones vitícolas. Así, como sucedió con la peste negra, los productores de vinos fueron capaces de sobreponerse y salir reforzados, al igual que sucedió con las naciones europeas tras la peste negra, que incorporaron medidas de higiene básica y sanitarias para afrontar las siguientes pandemias.

El oídio. Un polvo tan blanco como destructivo

¿Cuál fue la primera de las plagas de la vid que asolaron Europa a mediados del XIX? El oídio.

Esta enfermedad, procedente de América del Norte y cuyo nombre científico es oidium tuckerii, en honor al jardinero que la descubrió, fue detectada, por primera vez, en Londres en 1845.

Seis años después, el oídio ya se había propagado a los principales nodos vitícolas de Europa: Burdeos, Oporto, Valencia, Rheinfalz… A partir de ahí, resultó imposible frenar su expansión por las regiones vitícolas de todo el continente.

¿En qué consiste el oídio? Esta enfermedad fúngica ataca a elementos clave de las vides como las hojas, los brotes e, incluso, los racimos.

El hongo se hace visible a través de manchas blancas presentes, sobre todo, en los brotes y las hojas nuevos. De ahí que, por ejemplo, en el monasterio de Oia, situado en la zona del albariño, describieran a la plaga como «una especie de humo azogado que causó la pérdida total de la cosecha». Debajo de ese humo polvo, es posible constatar síntomas de necrosis, lo que provoca que las uvas no crezcan y, por lo tanto, se pierda la cosecha, como aseveraron los monjes de Oia.

El oídio se desarrolla, sobre todo, en zonas con poca luz solar, altas temperaturas y niveles de humedad muy elevados.

Para que nos hagamos una idea del impacto del oídium en la producción de vino en Europa, podemos destacar dos datos. Francia producía 45 millones de hectolitros de vino en 1850. Solo cuatro años después, la cosecha se redujo a tan solo 11 millones de hectolitros.

En lo que respecta a España, las regiones vitícolas que se vieron más afectadas por la primera de las plagas de la vid fueron las litorales: Cataluña, Valencia y Galicia. ¿Por qué? La proximidad del mar eleva la humedad.

El mildiu es una de las grandes plagas de la vid

El mildiu. Manchas de aceite que atacan a las cepas

A diferencia de las otras dos plagas de la vid, el primer lugar donde se detectó este hongo en Europa no fue en Inglaterra, sino en Francia. Mientras que, al igual que el oídio, se trata de una enfermedad criptogámica que se manifiesta después de que se hayan producido temperaturas altas y una elevada humedad.

¿Por qué llegó el mildiu a Europa? Este patógeno estaba presente en las vides que se trajeron de América del Norte para injertar con las vides europeas y erradicar la última de las plagas de la vid que asolaron al continente durante el siglo de las luces: la filoxera.

De tal manera que cuando hablamos de las plagas de la vid no debemos señalar, solo, que se produjeron de manera concatenada, sino que estuvieron interconectadas entre sí, como consecuencia de la desesperada lucha por hallar soluciones a las crisis vitícolas.

¿Cómo se detecta el mildiu en las vides? Comienzan a aparecer manchas de aceite de color amarillo en la cara de las hojas, mientras que en el reverso se puede observar moho blanco. Si no se actúa para frenar el mildiu, el hongo se expande por todos los órganos verdes de las vides, causando daños en los brotes e, incluso, en la floración y en los racimos.

A día de hoy, el mildiu sigue siendo una amenaza para los viñedos. De ahí que los viticultores lleven a cabo labores de prevención y presten especial atención a las vides para detectar cualquier síntoma de mildiu y combatirlo de manera inmediata.

La filoxera. Cuando las plagas de la vid se volvieron bíblicas

Según el Antiguo Testamento, Dios castigó a Egipto por no liberar al pueblo hebreo lanzándole 10 plagas. Varias de ellas tenían como protagonistas a insectos (mosquitos, moscas, langostas, saltamontes…). De ahí que la tercera de las plagas de la vid que azotaron a Europa en el XIX tuviera connotaciones bíblicas. A diferencia de las otras dos plagas de la vid, en esta el protagonista no era un hongo, sino un insecto.

El insecto de la filoxera, de origen americano, se detectó, por primera vez en Europa, en Inglaterra, en el año 1863, al igual que había sucedido con el oídio. Llegó hasta continente presente en viníferas que se importaban desde América por su resistencia ante el oídio.

La filoxera se trata de un pulgón que se alimenta del zumo presente en las raíces de las vides, lo que implica que estas no puedan desarrollarse y, además, su acción favorece la aparición de hongos y la podredumbre de las plantas.

Su proliferación por los viñedos franceses inmediata y devastadora, pero terminó por extenderse tarde o temprano a todo el continente. Desde Alemania en 1875 hasta España en 1875. De hecho, a comienzos de 1900 cuando ya se podía controlar la plaga y se ponía en marcha la reconstrucción de viñedos, se constató que, tras la crisis vitícola, la superficie dedicada al cultivo de la vid en nuestro país se había reducido a la mitad.

¿Cómo sobrevivieron los viñedos a las plagas de la vid?

El impacto de las plagas de la vid llegó más allá de los viñedos y se hizo notar en el día a día del conjunto de la sociedad. Por eso, los viticultores y los estados emprendieron una carrera acelerada para encontrar soluciones a las tres plagas de la vid. De hecho, el gobierno francés ofreció hasta 300.000 francos a la persona que encontrara la manera de acabar con la filoxera.

¿En qué consistieron estas soluciones?

  • Oídio. Para combatir el oídio se empezó a usar azufre, al descubrir en Inglaterra que era una medida muy eficaz. Asimismo, además de aplicar azufre de forma preventiva, se realizan actividades esenciales de cuidado de los viñedos como la poda en verde o la deshoja para facilitar una ventilación óptima.
  • Mildiu. La lucha contra el mildiu requirió el diseño de fitosanitarios capaces de vencer al hongo. Hoy en día, se emplean tanto fitosanitarios preventivos como elaboraciones que sirven para impedir que se formen esporas que puedan contaminar al conjunto de la vid.
  • Filoxera. En el caso de la filoxera, se optó por realizar injertos de las cepas europeas en portainjertos originarios de América. ¿Por qué? Estas vides ya se habían adaptado a la acción de los insectos, de tal manera que eran resistentes a sus ataques. En las Rías Baixas se emplearon, sobre todo, viníferas de los géneros Riparia y Rupestris.
La filoxera fue una de las plagas de la vid que amenazó la supervivencia de la industria vinícola europea

¿Cómo afectaron estas plagas de la vid a Galicia y las Rías Baixas?

Debemos tener en cuenta que las plagas de la vid no tuvieron el mismo impacto en todas las regiones vitícolas europeas. De hecho, en Galicia, algunas comarcas como Monterrei o Valdeorras se vieron más afectadas que las Rías Baixas.

¿Cuáles fueron las consecuencias de cada una de las plagas de la vid que trastocaron la vida en los viñedos gallegos?

Oídio

Los efectos de la plaga de oídio fueron devastadores en Galicia. Puesto que esta enfermedad fúngica se vio favorecida por el clima gallego: elevada humedad y temperaturas que oscilan entre suaves y elevadas.

Su llegada a Galicia se produjo por contagio de los viñedos portugueses, que se infectaron antes, y en 1953 ya era una enfermedad generalizada en todas las zonas vitícolas, incluidas las Rías Baixas. Hasta 1960, la plaga resultó incontrolable, diezmando las cosechas y reduciendo los ingresos de los viticultores. De tal manera que los agricultores carecían de los recursos suficientes para emplear los tratamientos de azufre.

Dentro de este gravísimo escenario, las Rías Baixas no fueron la región peor parada, sino que otras comarcas vitícolas como el Ribeiro o Valdeorras sufrieron mayores pérdidas. Además, las viñas cultivadas en el norte de Galicia prácticamente desaparecieron.

La primera de las plagas de la vid se unió a otros factores como las malas cosechas de cereales y la explosión demográfica para provocar una crisis económica y social de enorme envergadura en Galicia. Como consecuencia de ello, desde mediados del XIX se produjo una emigración masiva de gallegos hacia América.

Lo que comenzó siendo una plaga que viajó a través del océano, se transformó en incontables barcos repletos de gallegos que iban a buscar una vida mejor al Nuevo Mundo.

Mildiu

De las tres plagas de la vid que estamos analizando, la del mildiu fue la que llegó más tarde a Galicia, en 1885, apenas tres años después de que llegara la filoxera. Sus efectos en las zonas vitícolas gallegas fueron menos devastadores que los que generaron las otras plagas de la vid. En gran medida porque se aplicó de manera razonablemente rápida el caldo bordelés, a diferencia de lo que había sucedido con los tratamientos de azufre contra el oídio.

En lo que respecta a las Rías Baixas, es importante señalar que, si bien todas las variedades son susceptibles de ser atacadas por el mildiu, el albariño es una de las variedades más sensibles a la acción del hongo. De ahí que los viticultores y bodegas de esta denominación realicen trabajos continuos de prevención del mildiu.

Filoxera

Al igual que las otras dos plagas de la vid de origen decimonónico, la filoxera provocó estragos en los viñedos gallegos.

De hecho, se estima que las parcelas destinadas al cultivo de la vid disminuyeron desde las 31.000 hectáreas que había cuando irrumpió la plaga, hasta menos de 22.000 a comienzos del S. XX.

El origen de la plaga en Galicia se produjo en la comarca de Monterrei en 1882 y se expandió al resto del territorio, si bien fue devastadora en esta comarca, en Valdeorras y en la Ribeira Sacra. Su expansión se frenó al llegar al Ribeiro, porque sus suelos arenosos impiden que los insectos de la filoxera lleguen a las raíces de las vides.

Más allá de la muerte de plantas y las pérdidas económicas, la gran consecuencia de la filoxera fue la desaparición de variedades autóctonas como la albarello y el retroceso de otras variedades, entre las que se encuentra el albariño.

Los viñedos afectados por la filoxera fueron reconstruidos utilizando portainjertos americanos. Sin embargo, muchos viticultores aprovecharon para introducir variedades que no eran autóctonas porque ofrecían una mayor productividad, como la garnacha o el tempranillo.

De tal manera que la tercera de las plagas de la vid supuso una transformación de los viñedos gallegos, reduciendo la presencia de las viníferas autóctonas como el albariño, el godello la treixadura. Este proceso tardaría décadas en revertirse. Sin embargo, hoy en día, en las Rías Baixas el albariño es monocultivo y en otras denominaciones de origen, como el Ribeiro o Monterrei, el godello y la treixadura vuelven a ser predominantes.

En Pazo Baión se emplean técnicas y productos de vanguardia para prevenir las plagas de la vid

Ciencia e industrialización, los efectos positivos de la crisis vitícola

Como ha sucedido de manera recurrente a lo largo de la Historia, la lucha exitosa contra las plagas de la vid sirvió como dinamizadora de avances científicos como el desarrollo de fitosanitarios, el perfeccionamiento de técnicas como los injertos y una gestión inteligente y continua de los viñedos para evitar la aparición de plagas de la vid o, por lo menos, detectarlas de manera temprana.

Así, el milenario arte del cultivo de la vid pudo encarar el S. XX con más medios, conocimientos y herramientas. Los principales descubrimientos tecnológicos se han ido incorporando paulatinamente al cuidado de las vides. De hecho, hoy en día, en los viñedos se emplean dispositivos digitales para controlar aspectos esenciales como la temperatura o la humedad y actuar de forma eficaz para evitar cualquier incidencia que pueda afectar a la salud de las vides y la calidad de las cosechas.

La llegada de la ciencia y la tecnología al sector vitícola ha propiciado que desde principios del S. XX el sector se haya situado a la vanguardia en el campo de la innovación. Además, se ha profesionalizado, gracias a la puesta en marcha de bodegas especializadas en el cultivo de vides autóctonas y en la elaboración de vinos de calidad.

Milenios después de que el ser humano descubriera que podía vinificar el mosto de las uvas, los vinos se han convertido en bebidas de capital importancia en todo el mundo y en elementos dinamizadores de regiones enteras.

Si hace 150 años costaba que el azufre llegara a los viñedos de las Rías Baixas, hoy en día es posible tomarse una copa de albariño en Sídney. Un viticultor que luchó contra las plagas de la vid durante la segunda mitad del S. XIX se quedaría asombrado con la transformación radical de un sector vitícola capaz de importar vinos a todo el mundo.

Pazo Baión, una explotación vitícola que siguió latiendo tras las plagas de la vid

Escondida en pleno corazón de las Rías Baixas, a escasos kilómetros de la ría de Arousa, la propiedad de Pazo Baión asistió a la crisis provocada por las tres plagas de la vid procedentes de América.

De ahí que Pazo Baión no destaque solo por la calidad de los únicos albariños de pago, su valioso patrimonio arquitectónico o sus sublimes paisajes naturales. Uno de sus atractivos más importantes es su historia y su legado.

A lo largo de cinco siglos, esta propiedad ha sobrevivido a toda clase de crisis. Y su principal constante han sido el cultivo de las vides y la elaboración de vinos. También durante la crisis vitícola del XIX.

De hecho, Pazo Baión es un escenario privilegiado para comprender los efectos de las plagas de la vid sobre el territorio y las personas que lo habitaban. ¿Por qué?

Como señalamos antes, las plagas de la vid se convirtieron en un factor que potenció una crisis económica que desencadenó la emigración masiva de cientos de miles de gallegos. Pues bien, uno de esos emigrantes, Adolfo Fojo, terminaría regresando a Galicia en la década de los 10 del S.XX para comprar la propiedad de Pazo Baión y continuar elaborando vinos. Todo ello, gracias al dinero obtenido en Argentina.

En los últimos 100 años, esta finca ha cambiado de forma radical, sin renunciar nunca a sus esencias.

Hoy en día, Pazo Baión cuenta con un equipo de viticultura con una gran experiencia y amplios conocimientos en la lucha contra las plagas de la vid como el mildiu. Cada parcela se cuida de manera exhaustiva y personalizada para evitar que ninguna enfermedad pueda afectar a las vides y a la cosecha. Por eso, acogemos de manera continua a estudiantes y profesionales que desean conocer una viticultura de precisión y artesanal que combina los saberes tradicionales con los avances científicos y las técnicas más innovadoras.

En definitiva, Pazo Baión es el lugar ideal para comprar vino albariño, pero también para entender que la historia es cíclica y que las relaciones entre Europa y América son tan complejas y fascinantes como los mejores vinos.

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