Un diseño genuinamente distinto, un albariño de pago de una calidad distinta… Cada botella de Pazo Baión es la consecuencia natural de un proyecto que ha situado estos vinos en el Olimpo del universo vitivinícola
Sostiene Manuel Otero, el sumiller del reconocido restaurante Bido, que la botella de Pazo Baión viste una mesa. Y es verdad. Tiene una mística especial. Su diseño es tan disruptivo, tan diferencial, que cautiva a cualquier comensal.
Pero no se deje engañar, el continente solo es el aperitivo. Un abreboca. Es el contenido lo que marca la diferencia.
Lo que señala la presencia de un albariño genuinamente distinto.
No podía ser de otra forma en realidad. En el pazo han aparecido vestigios del cultivo de vinos, con casi total certeza blancos, en el siglo XVI.
Cientos de años de historia vinculados a un universo tenían que llegar hasta nuestros días transformados en un producto especial. En un albariño de extraordinaria calidad y poderosa personalidad.
Dice el prestigioso enólogo José Hidalgo que, efectivamente, cada botella de Pazo Baión es el resultado de todo ese legado. La herencia de un terroir que ha evolucionado con el paso de los siglos hasta dar forma a un entorno de una excepcionalidad diferencial en la Denominación de Origen Rías Baixas.
La botella de Pazo Baión es la síntesis de un pasado proyectado al futuro. La historia y el presente fusionados alrededor de un concepto innovador. Una idea que distingue a los mejores vinos del mundo.
Pazo Baión es uno de los tres únicos albariños de pago que se pueden encontrar hoy en el mercado. Un vino elaborado exclusivamente con la uva vendimiada en la propiedad.
Los otros dos, Gran a Gran y Vides de Fontán, se distinguen igualmente por ser elaboraciones de una calidad avalada por crítica y público.
Pero la potencia de la idea que llena de significado este proyecto no acaba ahí. Cuando Condes de Albarei tomó las riendas de la bodega, decidió dar a los vinos que allí se harían unas señas de identidad distintas.
No solo serían de pago. También iban a ser vinos con una crianza mucho más ambiciosa que la que caracteriza a los Rías Baixas. Y así es. Cada botella de Pazo Baión es el producto de una crianza sobre lías de seis meses en depósitos de acero inoxidable.
Es así, conectando una materia prima de gran calidad con un equipo de enología avalado por su experiencia y conocimiento, como nace una propuesta fascinante.
Un vino trufado de reconocimientos. Un somero repaso por las puntuaciones que las grandes guías y revistas especializadas conceden a cada botella de Pazo Baión da cuenta de la dimensión del proyecto.
Así, la Guía Peñín le concedía hace unos meses 93 puntos, mientras que la Semana Vitivinícola elevaba su valoración hasta unos espectaculares 96 puntos.
Proensa (91), Guía Restauradores (93,5), Vivir el Vino (94 puntos) o la Guía de Vinos, Destilados y Bodegas de Galicia (Medalla de Oro) son otras de las publicaciones que le han dado a nuestro vino notas excelentes.
Todas por encima de los 90 puntos. Allí donde se sitúan los vinos más valorados por la crítica. El Olimpo de este universo.
Cada botella de Pazo Baión habla de la tierra que la vio nacer. De la singularidad de una propiedad con más de 30 hectáreas de superficie que posee un microclima especial. Único.
Una particularidad dentro de los Rías Baixas que dota a nuestro albariño más conocido de una identidad muy marcada. Lo dice sin ambages José Hidalgo:
«Este vino expresa el alma de la finca. Es un vino de pazo. [Elaborado con] una uva albariña cultivada en un terreno muy singular. En este vino vamos a encontrar el carácter de ese granito descompuesto que está a 2 metros de profundidad y que se conoce como sabre».
El enólogo nos explica en este vídeo las principales notas de cata de un vino fascinante:
Así es Pazo Baión. Un albariño de pago. Un vino indispensable.
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