La floración de la vid: La consagración de la primavera

La floración de la vid es un momento trascendental para la cosecha anual


En la floración de la vid juegan un papel crucial las condiciones climatológicas y la acción de los insectos polinizadores

Las flores están presentes durante la vida de las personas y más allá de ella. Suelen ser un regalo típico que se hace a las madres cuando dan a luz. Las flores forman parte de todas las ceremonias importantes, como, por ejemplo, las bodas, pero también de los pequeños detalles, como la flor que le regalas a una persona a la que quieres para recordarle que te importa. Y las flores son, también, la forma que tenemos de venerar y homenajear a las personas que ya no están a nuestro lado.

Más allá de los ritos y hábitos sociales, lo cierto es que las flores son sinónimo de vida. Antes de dar frutos, los árboles frutales echan flores. En el terreno de la viticultura, la floración de la vid es una fase crucial que termina con el cuajado de las uvas, avanzándonos lo que terminarán siendo valiosos racimos de uvas.

La floración de la vid tiene lugar entre los meses de mayo y junio. A lo largo de tres semanas, en las postrimerías de la primavera, pequeñas flores blancas se abren camino a partir de los brotes, esperando a ser polinizadas para dar paso a los granos de las uvas. La lluvia, el sol y el viento juegan un papel crucial durante la floración de la vid, pudiendo dificultar el proceso de polinización y, con él, la cosecha del año.

Habida cuenta de lo que venimos de señalar, resulta evidente que la floración de la vid son 20 días de vital importancia para la producción de uvas, en las que los viticultores tienen que poner en juego todo su conocimiento y saber hacer para proteger a las flores y con ellas a los futuros racimos.

A continuación, vamos a abordar las claves de la floración de la vid, una fase que en Pazo Baión vivimos con especial emoción y que llena a nuestros viñedos de pequeñas flores blancas que actúan como la consagración de la primavera en este rincón en pleno corazón de las Rías Baixas.

Las abejas y el viento, los mejores aliados de la floración de la vid

La polinización es un proceso natural clave para el crecimiento de las frutas que consumimos, no solo de la uva. De ahí que las abejas, los agentes polinizadores por antonomasia, sean insectos especialmente protegidos.

Los insectos y el viento mueven el polen, facilitando que este llegue a las flores y germine los óvulos fecundados que, al crecer, dan paso a los granos de uva.

Las flores se abren para recibir el polen y ser fecundadas.

Una buena polinización facilita, como no podía ser de otra forma, que la floración de la vid sea óptima y, por lo tanto, también sea la cantidad y calidad de los granos de uva que nazcan a partir de ella.

Mientras que una polinización ineficiente se traduce en una fecundación de los racimos insatisfactoria, lo que puede afectar directamente al desarrollo de las uvas. Así como a la cantidad de racimos. Puesto que las flores que no son fecundadas desaparecen. Si una gran cantidad de flores no reciben polen, se puede producir un fenómeno que temen todos los viticultores: el corrimiento.

De la misma manera, si la polinización es exitosa, es posible que la mayoría de las flores sean fecundadas. Si la carga de racimos es excesiva, el equipo de viticultura tendrá que retirar algunos para que el reparto de la carga sea el idóneo para la salud de la vid y para garantizar una maduración óptima de los racimos.

La floración de la vid es un espectáculo natural

Los riesgos climatológicos: Temer a la lluvia, desear al sol

Además de controlar la carga, facilitar el proceso de polinización y supervisar el estado de salud de los viñedos, el equipo de viticultura debe estar permanentemente alerta sobre la climatología durante estas delicadas semanas.

La calidad de la tierra en la que crecen las vides, la poda y las múltiples tareas que llevan a cabo los viticultores son cruciales para obtener cosechas de gran calidad y satisfactoria cantidad. Pero hay otros factores que se escapan al control humano. El clima es muy importante a lo largo de todo el ciclo de vida de la vid y, en especial durante la floración de la vid.

El exceso de lluvias puede impedir que los órganos reproductivos de la flor sean polinizados y, por ende, que la fecundación de muchas flores fracase. Incluso peor que la abundancia de lluvias es la aparición de tormentas, que pueden amenazar la integridad de las flores.

Por la contra, el sol favorece el proceso de fecundación durante la floración de la vid. ¿Cuál es el clima idóneo en esta fase? El prototípico del final de la primavera. Por lo menos en las Rías Baixas, donde se encuentra Pazo Baión. Es decir, abundante sol y temperaturas suaves. O, dicho de otra forma, escasa lluvia y una temperaturas que no alcancen los elevados centígrados del verano.

¿Qué nos cuenta la floración de la vid sobre la cosecha del año?

Con la floración de la vid se activa la cuenta atrás para la vendimia. De tal forma que si la floración se produce tarde o se alarga en el tiempo, lo más probable es que la vendimia también se retrase en el calendario. Y a la inversa. Si la floración de la vid se produce pronto, lo más plausible es que la maduración de la uva termine antes, propiciando que la vendimia se tenga que llevar a cabo en fechas más tempranas.

Más allá del calendario, la floración de la vid nos informa, como ya hemos ido sugiriendo, sobre la cantidad y la calidad de la cosecha de uvas. Si se han fecundado pocas flores, habrá pocos racimos. Si se han fecundado demasiadas, deberán vendimiarse racimos en verde para regular la futura carga de uvas.

Así las cosas, la floración de la vid ayuda al equipo de viticultura de Pazo Baión ha predecir cómo puede ser la cosecha de uva, planificar los meses que quedan hasta la vendimia y dar lo mejor de sí mismos para lograr que los únicos albariños de pago estén elaborados, un año más, con la mejor materia prima. Tres Rías Baixas cuyas uvas son cuidadas hasta el más mínimo detalle. Incluso antes de que cuajen, ya durante las fases previas, como la floración de la vid.

La floración de la vid es un hermoso espectáculo en Pazo Baión

Próxima parada: El cuajado

Una vez que la floración de la vid se completa y las flores son fecundadas con éxito, comienza el cuajado de las uvas. Las flores dan paso a los granos de uva, que aún se encuentran en una fase embrionaria. Durante otras 2-3 semanas, los granos se van desarrollando para dar lugar a los racimos de uvas tal y como son en el imaginario colectivo.

Durante el cuajado se eliminan hojas para focalizar los recursos de la vid, así como para airear los granos y facilitar que estén bien expuestos al sol para que puedan madurar a lo largo de todo el verano.

Por ello, el cuajado requiere que el equipo de viticultura preste una atención personalizada a cada viñedo, acometiendo las acciones que más se ajusten a sus necesidades, así como a la finalidad que se le va a dar a la uva que produzca.

Una vez que la floración de la vid ha arrancado, la cuenta atrás que terminará con los racimos de uvas convirtiéndose en deliciosos vinos. Y, en el caso de Pazo Baión, en albariños con cinco siglos de historia.

La belleza de lo discreto

A diferencia de la floración de los cerezos, famosa en el mundo entero, desde Japón hasta el Valle del Jerte, la floración de la vid no es ostentosa.

De hecho, la floración de la vid no llama la atención desde kilómetros de distancia, sino que las pequeñas flores blancas muestran su hermosura en las distancias cortas.

Por eso, la única forma de apreciar la elegante y discreta belleza de la floración de la vid es recorriendo los viñedos. Pasear con calma entre las vides y exponer los sentidos a escasos centímetros de las flores.

Para poder disfrutar de este proceso natural in situ, en Pazo Baión contamos con cuatro planes de enoturismo para vivir la floración de la vid con la vista y el olfato.

Pasear entre las vides floreadas es una experiencia tan delicada como fascinante. Y poder observar de primera mano cómo trabaja el equipo de viticultura de Pazo Baión para proteger a las flores y contribuir a que la fecundación sea exitosa. En esta encomiable tarea se combinan los conocimientos ancestrales vinculados al cultivo de la vid y la elaboración del vino en las Rías Baixas, con las técnicas y los conocimientos actuales para predecir el tiempo y cuidar a las vides en todo su ciclo de vida.

En definitiva, la floración de la vid es una fase de enorme trascendencia para la cosecha de uva de un año. Tres semanas en las que los profesionales de la viticultura tienen que dar lo mejor de sí para conseguir que la fecundación de las flores genera una cosecha de uva de cantidad y calidad excelsas.

Las flores no solo forman parte de los rituales de la vida humana, sino que son, en sí mismas, imprescindibles en el nacimiento de algunos de nuestros frutos más valiosos, como las uvas.

Bienvenidos a la consagración de la primavera.

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