(Eno)turismo experiencial: ¿Qué es mejor? ¿Visitar o vivir un lugar?

El turismo experiencial nos permite no solo visitar un lugar, sino vivirlo y comprenderlo


Pazo Baión es un espacio de enoturismo experiencial, en el que las personas pueden vivir con los cinco sentidos un universo lleno de naturaleza, historia y vinos

«Pensamos demasiado y sentimos demasiado poco», decía Charles Chaplin en el discurso final de El gran dictador. A menudo dejamos de lado nuestros sentimientos cuando, en realidad, ocupan el centro de nuestras vidas y nos acompañan todo el rato. Los sentimientos están presentes en nuestra forma de trabajar y de relacionarnos con los demás… y con los espacios. Por eso, en los últimos años se han puesto en marcha muchos proyectos que apuestan por un turismo experiencial, en el que lo importante no es visitar un lugar, sino vivirlo y sumergirse en él para crear experiencias que nos acompañen toda la vida y nos provoquen sentimientos hermosos.

Uno de esos destinos de turismo experiencial es Pazo Baión, una propiedad con cinco siglos de vida que ofrece diferentes planes para que todas las personas que se adentran en este pequeño universo experimenten sensaciones y sentimientos reconfortantes y placenteros.

Cuando Condes de Albarei adquirió Pazo Baión hace 15 años, tenía claro que deseaba poner en marcha una bodega de vanguardia y un proyecto de enoturismo en las Rías Baixas, articulado en torno a las ideas del turismo experiencial. Es decir, un espacio en el que los visitantes no fuesen solo eso, sino que al sumergirse en el entorno pudieran conocer de verdad cómo es, qué trabajos se realizan en la propiedad, cuál es la historia de una finca con 500 años de vida y se vieran transformados por esa experiencia.

Fruto de esta apuesta por enoturismo experiencial, Pazo Baión cuenta en la actualidad con cuatro planes diferentes, diseñados para que las personas descubran la desbordante naturaleza de nuestra propiedad, conozcan de primera mano su historia y lo aprendan todo sobre la elaboración de vinos albariños. Cuatro planes ideados para ser experimentados con los cinco sentidos. Y, en especial, la vista, el olfato y el gusto, los tres que intervienen durante la cata del vino.

A continuación, vamos a contarte qué es el turismo experiencial, por qué es cada día más importante y cómo ofrecemos experiencias de enoturismo en Pazo Baión a todas las personas que se animan a cruzar la entrada de nuestra propiedad.

¿Qué es el turismo experiencial?

El turismo experiencial es una tipología de práctica turística que pone en valor las emociones que sienten las personas cuando viajan a un lugar, pero también los aprendizajes que acumulan durante el proceso, los conocimientos que se adquieren y los recuerdos que se generan.

Frente a un turismo pasivo, como el clásico turismo de sol y playa, el turismo experiencial aboga por la proactividad. Las personas no viajan a un lugar para estar quietas tomando el sol, sino que lo recorren, hablan con otras personas, aprenden cosas nuevas y llegan a entender cuál es la idiosincrasia del sitio en el que se encuentran.

Por otra parte, el turismo experiencial también se diferencia de una práctica turística cada vez más habitual, sobre todo desde que mejoraron las comunicaciones y explotaron las redes sociales: el turismo de checklist. Es decir, recorrer un lugar como si se tratase de un circuito en el que hay que llegar a determinados puntos icónicos (monumentos, museos, espacios emblemáticos…), sacar una foto e ir corriendo al siguiente. Todo ello mientras se compite en una suerte de yincana con miles de turistas que pretenden hacer lo mismo.

Tanto el turismo pasivo como el de checklist son aproximaciones superficiales a los lugares y, por ende, no crean relaciones significantes ni recuerdos memorables con el entorno y las personas que forman parte de él. Mientras que el turismo experiencial tiene por objetivo, precisamente esto, ayudar a las personas a compartir momentos mágicos con sus seres queridos, abrir su mente a nuevas experiencias y escribir recuerdos que las acompañarán a lo largo de toda su vida. Todo ello mientras no solo respetan el entorno, sino que llegan a comprenderlo y apreciar sus matices.

Pazo Baión es un espacio de turismo experiencial, centrado en transmitir la cultura del vino a las personas que acuden a él

¿Turista accidental o turista experiencial?

El protagonista de la película El turista accidental era un periodista que se dedicaba a hacer guías de viajes para hombres de negocios, una suerte de turismo, como indica el propio nombre de la película, accidental, subsidiario de la actividad realmente importante: el trabajo. Muchas personas sí viajan con la única misión de hacer turismo, pero su paso por los lugares que visitan también parece accidental, leve e intrascendente.

¿Quién no ha ido alguna vez a una ciudad o a un pueblo y se ha ido de allí teniendo la sensación de que no ha descubierto nada sobre el lugar en el que ha estado? Ni ha sentido que ningún espacio le haya removido algo por dentro. ¿Qué sensación genera esto? ¿Una especie de vacío?

Por contra, el turismo experiencial no tiene nada de accidental, es, en sí mismo, un viaje a las entrañas de un lugar, su cultura, su historia y la forma de ser de las personas que lo habitan. El turismo experiencial busca que una persona se vaya de un lugar tras haber aprendido algo nuevo, haber descubierto algo que desconocía y haber sentido que se encontraba en un sitio especial. Todo ello genera una sensación de plenitud y satisfacción que impregnará los recuerdos del lugar.

Huir de la masificación turística para disfrutar del entorno

Si has viajado en los últimos años habrás notado un fenómeno que ya afecta de forma profunda a los lugares más turísticos: la masificación. Las colas para visitar los monumentos o museos más icónicos son interminables, la lucha por encontrar un buen restaurante es encarnizada y conseguir reservar alojamiento es una tarea titánica.

La mejora de las comunicaciones ha abaratado y facilitado la posibilidad de viajar. Hoy en día, millones de personas pueden hacer turismo. Y esto es fabuloso, porque descubrir nuevos lugares alimenta nuestro conocimiento y nuestra alma, pero visitar un lugar rodeado de miles de personas lastra, sin duda alguna, la experiencia. La masificación de ciudades icónicas como Venecia, Brujas, Lisboa o Budapest ha provocado que cada vez más personas deseen visitar espacios naturales en los que no se arremolinan miles de personas, impidiendo disfrutar del entorno con tranquilidad y paz.

El turismo experiencial emerge, así, como un modelo en oposición frontal al turismo masificado. Una apuesta por construir una relación trascendente entre el lugar y la persona que lo descubre. Otra forma de viajar, más sostenible y significante.

Construir experiencias compartidas en vez de regalar objetos

Otro de los motivos que ha propiciado la consolidación del turismo experiencial está ligado, directamente, a la forma en la que consumimos y acumulamos productos y bienes.

¿Quién no tiene en su casa decena de cosas que no necesita, que no usa y que no valora? Además de que muchas veces compramos objetos de forma irracional, lo cierto es que muchos de los regalos que recibimos tampoco son bienes a los que les vayamos a sacar partido. Lo que sumado a que hoy en día tenemos de todo a nuestro alcance, ha propiciado que muchas personas prefieran no regalar objetivos a sus seres queridos. ¿Cuál es la alternativa? Regalar experiencias que permitan a las personas construir recuerdos juntas y, sobre todo, disfrutar de tiempo de calidad.

Precisamente, en un mundo tan acelerado como el actual, en el que nuestras agendas se llenan de acontecimientos, el turismo experiencial aboga por poner en valor no solo el entorno, sino también el tiempo que se dedica a descubrirlo.

La frase hecha «el tiempo es oro» es más válida hoy que nunca antes en la historia. El turismo experiencial busca que el tiempo que se dedica a conocer un lugar y disfrutar de él sea de verdad valioso y sirva para alimentar nuestra alma y ayudarnos a desconectar de las rutinas diarias.

Si el turismo de checklist se basa en el frenesí de moverse de un lado a otro a la caza de iconos, el turismo experiencial busca que nos detengamos un momento a apreciar y valorar lo que nos rodea, para poder extraer conocimientos y lecciones que antes desconocíamos.

El cambio de paradigma es radical.

Usar los cinco sentidos para ver más allá

Cuando pensamos en viajar, nos obsesionamos con lo que queremos ver, entendido el verbo en su acepción más superficial: «percibir con los ojos algo mediante la acción de la luz». Sobre todo, desde que existen las redes sociales. ¿Qué supone esto? Que nos disponemos a disfrutar de los lugares solo a través del sentido de la vista, muchas veces mediado por la cámara de un smartphone. Lo que implica que no experimentamos los destinos turísticos con todos los sentidos.

Es decir, nosotros mismos mutilamos la experiencia de conocer un lugar nuevo. Los aromas de un viñedo en pleno esplendor, los sonidos de la flora y la fauna, el sabor de los productos locales, el tacto de una brizna de hierba o de una pared centenaria… A través de todos los sentidos obtenemos información sobre el entorno y dicha información transforma nuestra experiencia y se fija en nuestros recuerdos.

El turismo experiencial busca que una persona pueda viajar a un lugar y verlo de una forma más profunda, en consonancia con la segunda acepción del verbo ver en el Diccionario de la RAE: «percibir con la inteligencia algo, comprenderlo».

Precisamente, para comprender un lugar y percibirlo en toda su grandeza es fundamental emplear todos nuestros sentidos en ello. Por eso, el turismo experiencial es, también, un turismo sensitivo.

El famoso Síndrome de Stendhal, que describe el sobrecogedor impacto que le provocó Florencia al famoso escritor, no tiene su origen en una visión superficial de la ciudad, sino en una experiencia sensitiva total, en la que las emociones desbordaron al autor y le provocaron una conmoción.

No queremos que a nadie le dé este síndrome, pero ojalá todos pudiéramos sentir hermosas emociones cuando nos encontramos en un lugar que no forma parte de nuestra vida diaria.

Apostar por un turismo sostenible y generador de riqueza

Al hablar de turismo experiencial no debemos detenernos solo en el impacto que esta práctica genera en el que lo disfruta, es decir, el turista, sino también en cómo repercuta en el entorno que este descubre. La crisis climática nos ha llevado a cuestionarnos nuestra forma de vivir, consumir, trabajar o movernos y también ha generado un debate en torno al modelo de turismo imperante.

La masificación turística genera contaminación y trae consigo problemas como la gestión de la movilidad, recursos como el agua o la energía y el procesamiento de los residuos. En este sentido, el turismo experiencial se da la mano con otro concepto en boga: el turismo sostenible.

En este sentido, no solo importa la experiencia del turista, sino también su impacto en el entorno y en la vida de las personas que forman parte de él. El turismo experiencial es una modalidad de turismo de calidad, basada en el respeto del medio ambiente y de la idiosincrasia local que busca generar riqueza en el entorno y no problemas.

Por ejemplo, en Pazo Baión hemos diseñado planes de enoturismo experiencial que ponen en valor un entorno de ensueño, las materias primas locales, una tradición y una historia centenarias y el respeto absoluto por la naturaleza. Las visitas a nuestra propiedad tienen un aforo limitado, no consumen recursos, no generan residuos y los productos que se consumen son locales, ya sean los albariños de Pazo Baión y Condes de Albarei o las delicias gastronómicas que se ofrecen como maridaje. Esto nos ha permitido contribuir a la generación de empleo y riqueza en O Salnés, a la vez que le descubrimos a miles de personas cada año toda la magia que se esconde en un rincón histórico de Galicia.

El turismo experiencial sirve para compartir momentos memorables con las personas a las que quieres y escribir recuerdos juntos

Pazo Baión, un oasis de enoturismo experiencial en las Rías Baixas

Lo que venimos de señalar es consecuencia directa de la apuesta de Pazo Baión por el turismo experiencial. Las cuatro rutas de enoturismo que ofrecemos a los visitantes se basan en:

  • Activar los cinco sentidos
  • Generar emociones
  • Reconstruir un legado histórico
  • Compartir aprendizajes y conocimientos sobre la cultura del vino
  • Ayudar a las personas a sumergirse en el alma de los albariños, desde las raíces de las cepas hasta la cata de nuestros Rías Baixas
  • Contribuir a que las personas creen recuerdos inolvidables al lado de sus seres queridos

Para conseguirlo, nuestros planes de enoturismo en las Rías Baixas incluyen:

  • Un recorrido pausado por los espacios naturales de Pazo Baión: viñedos, jardines, caminos entre frutales, un palmeral centenario… Permitiendo a las personas deleitar su vista, pero también el resto de sus sentidos.
  • Una visita por los edificios históricos de la propiedad y, en especial, por las entrañas de nuestra bodega para conocer de primera mano cómo se marida tradición e innovación.
  • Una cata guiada de deliciosos albariños para desentrañar todos sus encantos a través de las fases visual, olfativa y gustativa.

Todas las personas que se adentren en nuestro pequeño universo se encontrarán con un pequeño oasis en el que el tiempo se detiene y las emociones están a flor de piel. Un lugar ideal para desconectar del ruido del mundo y vivir junto a amigos o familiares una experiencia de enoturismo memorable.

No vengas a ver Pazo Baión, ven a sentirlo y a vivirlo.

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